La carretera Transfagarasan de Rumania, el camino de las nubes
Bajo el aséptico nombre de DN7C se esconde uno de los secretos mejor guardados de la geografía rumana: la carretera Transfagarasan, una vía que atraviesa las montañas Fagaras, en los Cárpatos Meridionales, también conocidos como Alpes Transilvanos.
Es la carretera pavimentada más alta de Rumania, llegando hasta los 2.134 metros de altura; 90 kilómetros repletos de curvas enlazadas, horquillas imposibles, descensos que cortan la respiración y subidas que parecen llevarte directamente a la estratosfera.
La carretera une Transilvania y Valaquia, dos históricas regiones rumanas que, durante la oscura edad media, estuvieron bajo la autoridad de un príncipe local llamado Vlad Draculea, Vlad Tepes o Vlad III el Empalador, siniestro personaje histórico que siempre se consideró como la figura en la que se inspiró el escritor irlandés Bram Stoker para crear al legendario Conde Drácula.
Se construyó entre 1970 y 1974 por encargo del dictador rumano Nicolae Ceaucescu. Su empeño por construirla se basaba en querer disponer de una vía apta para que sus fuerzas militares pudieran cruzar las montañas en caso de sufrir un intento de invasión por parte de las tropas soviéticas. Curiosamente, un planteamiento parecido llevó a Adolf Hitler a la creación de las Autbahnen alemanas.
La mayor parte del trabajo de construcción corrió a cargo del ejército, que empleo más de 6.000 toneladas de dinamita solo en la ladera norte del recorrido.
Las bajas personales también fueron numerosas. Los informes oficiales de la época reconocieron la muerte de unos 40 soldados durante la construcción de la Transfagarasan.
Cifras nada fiables teniendo en cuenta que provenían de un gobierno dictatorial y oscurantista, y posteriormente desmentidas por las declaraciones de los propios trabajadores y que elevan la casuística hasta varios miles de fallecidos. Debido a esto, muchos lugareños se refieren a esta carretera como “la locura de Ceaucescu”.
Referencias históricas al margen, la Transfagarasan se presenta ante los ojos del conductor como un fascinante desafío que habrá de llevarle a lo largo de la cuenca del Río Arges.
Durante el trayecto, que suele estar cerrado durante los meses de invierno por la nieve, le esperan 5 túneles, varios viaductos, el paso sobre la presa del lago Vidraru, el Lago Balea con su cascada homónima, y, si no tiene miedo a las pesadillas, las ruinas del Castillo Poienari, antigua residencia del mencionado Vlad III el Empalador.
Un aviso para los más impresionables: si el terror les conmina a abandonar con rapidez el lugar, conviene saber que el trazado de la carretera solo permite una velocidad media de apenas 40 Km/h.