Mercedes-Benz Zetros: 150 metros bajo tierra
En Hüttenheim, en la región de Baja Franconia, la empresa Knauf Gips KG extrae anhidrita. Bajo tierra, un Zetros configurado especialmente para este trabajo demuestra de lo que es capaz.
Hay polvo suspendido en el aire, la luz de los faros del Zetros alcanza a disipar la oscuridad tan solo unos metros; más allá, se desdibujan los contornos. Cada par de metros se ven desde la ventanilla a derecha e izquierda enormes columnas de piedra numeradas. Se encargan de sostener la bóveda del techo. Entre esos postes de piedra hay caminos que conducen a la más absoluta oscuridad. Toda la montaña está socavada por galerías subterráneas. Es conveniente no perderse por aquí. «Con el tiempo aprendes a saber dónde estás. Aunque yo tampoco he estado en todas las galerías», explica Tobias Beltz, ingeniero de minas. En realidad, no me sorprende, pues hay más de 160 kilómetros de caminos subterráneos transitables para vehículos.
La mina de Hüttenheim en Baja Franconia, unos 40 kilómetros al sudeste de Wurzburgo, se extiende a lo largo de tres kilómetros de norte a sur. En dirección este-oeste, son dos kilómetros y medio. La mina se compone de innumerables galerías a una profundidad de hasta 150 metros, que con frecuencia ni siquiera están iluminadas.
La explotación de Hüttenheim la realiza Knauf Gips, que emplea aquí una tractora de baja altura configurada especialmente para este uso. «Queríamos un vehículo que resultara rentable, ofreciera a los conductores un puesto de trabajo confortable y les protegiera del polvo. Al mismo tiempo, debía ser robusto y apto para terrenos difíciles, pues se trata de una ruta rocosa. Nuestro Zetros tiene que poder aguantar muchos golpes», apunta Norbert Feilner, maestro mecánico de vehículos y responsable del parque móvil de Knauf. El Zetros arrastra un semirremolque con cuello de cisne con capacidad para unas 23 toneladas, desarrollado por la propia Knauf para lograr una mejor distribución del peso. Este vehículo de tracción integral y cambio automático con velocidad limitada a 30 km/h está equipado con cámaras para asistir al conductor en las maniobras. «El sistema ha demostrado con creces su eficacia», afirma Feilner.
Desde 1957 se extrae en Hüttenheim anhidrita, un sedimento mineral seco similar al yeso que se forma al evaporarse el agua. Hace unos 220 millones de años, la región de Baja Franconia se hallaba a orillas de un mar. El clima era subtropical. Una laguna se extendía desde la región del Rhön al norte hasta Schwäbisch-Hall en el sur. En esa bahía se sedimentó una capa de anhidrita de ocho metros de grosor.
La explotación minera de Hüttenheim sigue el trazado de dicha capa. Desde la superficie se accede por la entrada de Tannenberg. Sobre la entrada a la galería puede leerse el saludo de los mineros alemanes: «Glück auf». Nada más penetrar en la galería, hay en una bifurcación una estatua iluminada de Santa Bárbara, patrona de los mineros. Solo se extraen los cuatro metros inferiores de la capa de anhidrita; los superiores no son aprovechables, pues contienen demasiadas impurezas a consecuencia de la arcilla y la cal sedimentadas.
«El mineral se extrae perforando o dinamitando la pared», explica Beltz. En la roca se perforan agujeros de voladura de tres metros de profundidad, utilizando un equipo de perforación especial. Una voladura realizada con éxito libera unas 200 toneladas de anhidrita. Para extraer diariamente casi 1.000 toneladas de anhidrita es necesario realizar entre cinco y seis voladuras al día, ya que no todas salen bien.
Las voladuras se realizan al final del turno de tarde, hacia las 21.30 horas, pues pueden desprenderse gases nocivos, que de este modo se volatilizan durante la noche. De ese modo, el turno de la mañana puede comenzar el transporte de material sin peligro. El suministro de aire fresco, en cantidades suficientes, se realiza a través del pozo de ventilación principal. En este pozo gira un ventilador gigantesco que insufla en la mina 2.500 metros cúbicos de aire fresco por minuto y extrae los gases nocivos.
El polvo que se desprende llena las galerías, obstruyendo la visión. Con gran estruendo caen unos pedruscos de anhidrita del tamaño de pelotas de fútbol desde la cuchara de la cargadora al semirremolque del Zetros. Al tacto, el mineral resulta duro y frío. «Tiene una dureza increíble», cuenta Beltz. Bajo tierra, la temperatura es agradablemente fresca: 14 grados Celsius constantes.
Una vez cargado el tren articulado, el Zetros se pone en marcha de inmediato. Las galerías subterráneas tienen como máximo seis metros de ancho y cuatro de alto. Y solo las rutas principales están iluminadas con tubos de neón en el techo. El destino del Zetros es la trituradora. Dicho equipo está a unos dos o tres kilómetros de distancia, según dónde se encuentre el punto de carga. En él se tritura el material. Los fragmentos resultantes no deben medir más de 6,5 centímetros. Después, una cinta se encarga de transportar los fragmentos de roca hasta la superficie, directamente a la planta de procesamiento. Allí se muele aún más el mineral y se incorporan aditivos. Y ya está listo el pavimento.
El chaleco de seguridad de Beltz brilla a la luz de los faros del Zetros. El ingeniero lleva calzado de seguridad, un mono y, por supuesto, un casco con linterna incorporada. Sobre su cabeza, el techo parece liso, sólido y estable. Pero se formó a base de sedimentos. «Cuando hay alguna alteración en la capa de mineral, puede ocurrir que caiga material del techo», explica Beltz.
No obstante, el mayor peligro para la mina sería una inundación. La anhidrita seca puede absorber el agua y convertirse entonces en yeso. En este proceso, su volumen aumenta en hasta un 30 por ciento, generando fuerzas explosivas. Pero la mina de Hüttenheim se considera absolutamente seca, estanqueizada por sus gruesas capas de arcilla. El agua solo podría llegar a penetrar a través de los pozos y las galerías de ventilación.
El Zetros abandona la planta trituradora y va a buscar una nueva carga. Sus pilotos traseros se van desvaneciendo en la oscuridad. Está en servicio desde las pasadas Navidades. Y es muy posible que el uso de este vehículo haga escuela. La empresa Knauf Gips KG explota minas en todo el mundo. «Estamos considerando la posibilidad de emplear el Zetros también en otras minas», apunta Tobias Beltz.