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Keni, el gomero de Cuchilla de Peralta: “Si uno se niega a que le enseñen, el librito de uno siempre va a ser chiquito”


18.05.2022
Keni, el gomero de Cuchilla de Peralta: “Si uno se niega a que le enseñen, el librito de uno siempre va a ser chiquito”

Kenitay García Bidondo es el gomero de un pueblo de unos 200 habitantes. “Keni” -así lo conocen todos- aprendió el oficio gracias a su suegro que además tenía taller mecánico.

Oriundo de Paso de los Toros, al terminar el liceo Keni estuvo viviendo en Montevideo donde nunca se acostumbró a vivir. Ante el ofrecimiento laboral por parte de su suegro, no lo dudó y comenzó a trabajar en el taller aprendiendo el oficio de gomero.

25 años después sigue realizando su trabajo con el mismo entusiasmo, y en el mismo lugar: Cuchilla de Peralta, Km 290 de Ruta 5.

En invierno Keni abre la gomería a las seis de la mañana, sin saber a qué hora cerrará, dependiendo de la demanda.

Keni, al igual que su familia, ya saben lo que es salir a atender un servicio interrumpiendo cumpleaños o navidades. “Este trabajo tiene eso”, cuenta, porque como asegura, no deja a nadie a pie.

Para conocer su historia, ingresamos a Cuchilla de Peralta para charlar con Kenitay.


¿Qué recuerda de sus comienzos en la actividad?
Me acuerdo que el primer parche que coloqué fue a una bicicleta roja de un vecino. Aprendí todo lo relacionado a desarmar cubiertas con cámaras y aros con mi suegro; el oficio me gustó y después los camioneros me fueron enseñando. Si uno se niega a que le enseñen, el librito de uno siempre va a ser chiquito. En estos años los camioneros me han enseñado un montón.

¿Qué otro servicio ofrece a sus clientes?
Además de gomería, hago mecánica, trabajos de herrería, muchas veces a lo camiones también les hago cambios de aceite o alguna soldadura en el equipo.

El horario acá es bien fácil, 24 x 7 los 365 días del año. Uno está a la orden, aunque ahora ya no trabajo más en las madrugadas. El oficio de gomero está terriblemente mal valorado; nunca vas a poder cobrar el hecho de salir calentito de tu casa en una madrugada de invierno, te estás jugando tu salud.

El aumento de tránsito de camiones en la ruta, ¿le permitió obtener nuevos clientes?
Antes no había este movimiento; pero el mismo se da solo en la ruta, el sector agrícola ha crecido mucho también.

Hace unos años tenía una camioneta de auxilio, trabajé para el parque de molinos eólicos y las arroceras. Hoy tengo una cartera de clientes que incluye empresas de transporte con quienes trabajo, además de los servicios puntuales que realizo.

¿Cómo se organiza para trabajar solo?
Sí, a veces parece una locura, pero soy un vasco muy tozudo. Hago trabajos de gomería, desde una moto a gomas de palas cargadoras que pesan más de 300 kilos, hay que darse maña.

Hoy puedo atender a cuatro camiones a la vez, eso sí, no paro un minuto a conversar ni a tomar un mate. Tengo un compresor a nafta para llevar la neumática a todos lados, tengo otros compresores más grandes y eso me permite hacer dos o tres gomas a la vez.


Mi incentivo son mis hijos que están estudiando en Montevideo; no sé como va a llegar este gomero cuando mis dos hijos terminen sus estudios, porque ahí ya no voy a tener la meta de trabajar por ellos.

El oficio de gomero tiene sus riesgos que pocos conocen, ¿cómo minimiza estos peligros?
Si esto no te gusta, seguro no estás 25 años trabajando. Ahora ya tengo mañas, pero de joven pasé madrugadas enteras trabajando. Parecía un viejito, todo doblado y la parte jodida es cuando explotan las cubiertas. Sin ir más lejos, hoy me pasó con la cubierta de un camión. Tuve suerte y zafé porque llevo tiempo haciendo esto; cuando agarré la cubierta que vino desenllantada del monte, al tocarla sentí una vibración en la mano. Cuando la puse a inflar la dejé afuera porque no me gustaba cómo estaba, y enseguida explotó.

Otra vez, luego de reparar una cubierta, cuando la estaba inflando se hizo como un globo. Tuve dos pensamientos, o desenchufo el aire o salto. Por suerte salté, si no, no contaba el cuento.