Renato Schiaffino: “Nos achicamos para tratar de seguir”
Federico Schiaffino se inició en el transporte en 1986, cuando su relación con el emblemático Molino San Salvador -hoy denominado Molino Dolores- fue lo que lo llevó a comprar un camión Dodge de eje sencillo con remolque.
Con el molino como único cliente nació Transporte Schiaffino, haciendo fletes a todo el país. Luego vino la zafra de la remolacha para el hoy extinto ingenio azucarero ARINSA, y el acarreo de trigo, siempre sin descuidar a su cliente inicial.
En el 2005 pasó de ser uno de los 9 fleteros que trabajaban para el molino a ser el único transportista para esa industria, lo que lo obligó a incrementar su flota y a realizar la distribución de harina de San Salvador en todo el país.
Al inicio, y para cumplir con el importante desafío, el transportista contrató fleteros, aunque luego fue adquiriendo camiones e incluso contó con un depósito en la capital del país.
El cierre del molino fue un momento muy difícil para la empresa, y aún hoy sigue buscando alternativas a este trabajo en un momento en que el sector está muy complicado.
Transporte Carretero dialogó con Renato Schiaffino que es hijo del fundador y trabaja en la empresa.
¿Cómo repercutió en la empresa el cierre del Molino San Salvador?
Cuando cerró a inicios del 2017 teníamos 20 camiones en esa empresa y más del 90% del trabajo, fue un golpe muy grande, nunca nos había pasado nada y nos encontramos con ese panorama que fue muy complicado.
Hubo que salir a buscar trabajo para veinte unidades, de apuro, y eso no es fácil, armamos uno para la madera, otros cinco camiones cargaban rolos para Conaprole desde los montes en Minas. Vendimos siete camiones, por primera vez nos achicamos para tratar de seguir adelante.
¿Qué trabajos realiza la empresa en la actualidad?
Si bien el molino era el 90% de nuestro transporte, hacemos otros trabajos, nos encargamos de la logística de una empresa de Mercedes que es Agua Asencio, a quien le distribuimos sus productos a todo el país.
Estamos con las encomiendas, nosotros le traemos todos los días las cargas a Agencia Cuareim, somos los agencieros en Nueva Palmira y Dolores.
También le hacemos fletes a Pamer, en época de zafra vamos a la cosecha de la soja, y ahora estamos probando con un camión en los palos. La idea sería diversificar las tareas pero lo único para trabajar es la madera y ahí está todo el mundo y las tarifas son bajas.
¿Qué expectativas tienen con la reapertura del molino?
Si bien abrió nuevamente administrado por un síndico, el molino está creciendo. Hoy se está trabajando un 30% de lo que era antes.
El futuro es incierto pero nosotros seguimos apostando al molino. No quiere decir que nosotros quedemos trabajando con los nuevos dueños, pero apostamos a la experiencia que tenemos y la infraestructura específica para el molino.
¿Cómo es la logística que le hacen al molino?
El molino envía el día anterior un mail con las panaderías y las cantidades que lleva cada pedido, después nos da las boletas. Nosotros armamos la logística colocando cada pedido en la zorra o en el camión.
Cuando van al interior cada vehículo lleva un peón y para Montevideo salen los camiones solo con los choferes a nuestro centro de acopio, donde hay 15 funcionarios trabajando. De ahí se reparte en camiones chicos a los diferentes barrios de la capital.
¿Cómo está el transporte de encomiendas?
La encomienda ha bajado mucho, estamos trayendo la mitad de bultos de lo que hace unos años, además de que hay mucha competencia y que con el ómnibus es muy duro competir. El cliente de hoy busca precio, además de que hay muchas agencias que van con leña a Montevideo y vienen con los camiones vacíos y cargan lo que sea, muy barato.
Nosotros tenemos infraestructura, empresa y personal en regla y contra la informalidad no podés, cualquiera te compite actualmente.
Si baja la agencia es que el comercio no anda bien, la encomienda es un termostato del sector comercial.