Bismarck Iraola: “Nos sentimos camioneros y no nos damos cuenta que somos empresarios”
El apellido IRAOLA es referente en el transporte de hacienda y uno de los más tradicionales del rubro. Por varias generaciones, la familia de origen vasco dejó su impronta en Soriano. Primero con un comercio de campaña instalado a finales del siglo XIX; actualmente la zona donde estaba la pulpería lleva el nombre de PARADA IRAOLA, aludiendo al lugar donde se detenía el tren.
Alfonso Gregorio Iraola Duhalde pertenecía a la segunda generación de los IRAOLA; instalados en esa zona del país, nació en el año 1913, uno de cinco hermanos. Trabajaba en las tareas del campo, algo que no le gustaba mucho, prefería la chacra. Luego tuvo otros emprendimientos hasta que formó la empresa de transporte que hoy lleva adelante su hijo.
Para conocer parte de la historia de la empresa, dialogamos con Bismarck Iraola en la base de la empresa en la ciudad de Cardona.
¿Cómo fueron los inicios de su padre en esta zona del país?
Mi padre perdió a mi abuelo cuando tenía 13 años; él trabajaba en la época en la que se usaba cosechadoras de madera fijas que necesitaban de 40 personas para trillar.
La máquina era de madera y permanecía parada, tenía un motor a vapor, una correa de 30 metros (pelo de camello se le decía) y con eso cosechaban.
Después tuvo barraca de materiales, pero como no le gustaba estar encerrado se terminó fundiendo, también vendió tractores JOHN DEERE a inicios de los años 40’. Luego de eso compró un camión con un socio al que le terminó pagando en cuotas. Cuando terminó de pagarlo se le prendió fuego el camión.
¿Como siguió en el transporte?
En el año 1939 se fue a Montevideo y se compró un ómnibus francés, marca Berliet, a nafta. Lo trajo para Cardona y lo transformó en camión.
En esos años, como competencia en el transporte de ganado, estaba TAUSA, TRANSPORTES RURALES y CAMPIONI.
Ahí empezó mi padre con ese ómnibus al que transformó en un camión fijo; en esos años habían muchas dificultades, desde el estado de los caminos y rutas hasta para hacer una llamada por teléfono a Montevideo, había tres horas de espera para conectarse y se perdían cantidad de viajes.
Al tiempo se fundieron algunas empresas muy grandes del transporte y mi padre siguió con muchas dificultades, luego compró su primer camión de origen, un REO de 1946, al que luego vendió y compró un FIAT.
La empresa pasó por los tiempos del gasógeno durante la segunda guerra mundial, no había combustible, se le ponía carbón al tanque que llevaba y se hacía gas, se compraba nafta de contrabando para utilizar en los repechos.
Se pasaba mucho trabajo en esa época, cuando no había nafta en el repecho de Rosario lo subían en zigzag, hacían gasógeno, subían un tramo, le ponían tacos al camión y volvían a repetir el procedimiento. Para ir a Montevideo desde Cardona se tardaba un día entero.
Cuando vino el FIAT, un 626, era diésel y acá no había muchos camiones a gasoil, a ese le pusieron aceite 60 y lo fundieron, además nadie lo sabía arreglar.
¿Cuándo vino el crecimiento de la empresa?
En el año 1949 mi padre compra el primer Leyland Beaver en $19 y otro fiado a un costo de $20. Cuando lo bajaron del barco temblaba porque ya se había fundido, pero con esos camiones la empresa empezó a levantar.
En esos años, además del ganado, también se llevaba la nafta en tanques de 200 litros de Juan Lacaze a Miguelete; cuando llegaba al pueblo la gente se paraba a ver ese camión, en esos años esos camiones eran imponentes.
Con esos camiones también se trajeron todos los materiales para las estancias de la vuelta, lamentablemente ya no queda ninguna.
¿Cuáles fueron sus primeras tareas en la empresa?
Yo había terminado el liceo y en esa época mi padre estaba muy desilusionado con los camiones, él quería poner una fábrica de leche, entonces me mandó a la escuela de lechería (antes había que hacer lo que te decían los padres).
Yo ayudaba a mi padre, trabajaba en el taller donde fabricábamos los remolques, conseguíamos los ejes o los hacíamos con masas de ómnibus.
Mi padre iba a una casa de remates todos los martes y ahí iba consiguiendo cosas, le encantaba eso. Los fierros los comprábamos en Montevideo; hacíamos primero los remolques de siete metros, pero no competíamos con el tren que tenía vagones de nueve metros por dos, entonces ahí, para poder competir y cargar 20 novillos de 500 kilos, pasamos a los remolques de 9,50 metros. Fue a finales de los años 60’.
¿Cuándo se hizo cargo de la empresa?
Cuando me casé mi padre me dio el taller, pero no entraba nadie, luego me dio un camión y al tiempo se enfermó y en el año 1977 tuve que hacerme cargo de la empresa que tenía cuatro camiones.
En esos años tenía mucho empuje, pero costó mucho, yo no conocía a ningún cliente, mi padre no quería que yo siguiera con los camiones.
Fue horrible, andaba por todos lados, iba a todas las ferias buscando clientes. Cuando bajaban el martillo había que ir a hablar rápido con el comprador y como a mí no me conocía nadie, me llevaban ventaja los colegas.
Con mucho sacrifico fui levantando la empresa. Casi de rebote conseguí trabajo con un frigorífico de Pando, ahí fui mejorando, pero ese frigorífico cerró y fui consiguiendo otros, trabajaba día y noche.
Además del ganado, ¿qué otros trabajos realizó la empresa y cómo está el sector actualmente?
En el año 1999 comenzamos con los viajes internacionales con cámaras frigoríficas; en el año 1999 empecé a llevar hamburguesas hasta Argentina y en el año 2001 íbamos hasta Chile llevando carne y trayendo bananas, se trabajaba muy bien.
Cuando la carne uruguaya empezó a ganar el estatus de natural, pasó a ser muy cara para Chile que comenzó a comprar carne a Brasil y Paraguay. Ahí me quedé sin carga para llevar, hacer un viaje vacío no tenía sentido entonces comencé a perder terreno y terminé vendiendo las cámaras.
Sobre el ganado, actualmente trabajo hay, el gran problema son los precios, hay muchos camiones, todos los camiones que salen de la madera salen al mercado y se ubican en todos los rubros.
Nosotros nos sentimos camioneros y no nos damos cuenta que somos empresarios, no podemos juntarnos para resolver estos temas. Hay gente que no entiende que cuando contratás un camión de ganado, la primera imagen que das al frigorífico es cuando atracás en el embarcadero. Tener un camión en buenas condiciones, que se baje un chofer que hable correctamente, hoy parece no importar.