CESAR ÁLVAREZ: Creciendo con los valores de siempre
La vinculación de Álvarez con el transporte comenzó en el año 1991 cuando con 15 años de edad ingresó a una empresa sanducera para lavar camiones. El diario contacto con los pesados vehículos le permitió aprender otras tareas como engrasar, soldar, pintar y hasta de mecánica.
Luego, cuando tenía edad suficiente para manejar, Cesar Álvarez comenzó a conducir camiones para otras empresas. Ya con experiencia suficiente, el transportista recorrió países de la región llevando y trayendo mercaderías, con las mismas ganas de superación que tenía de niño. Así fue que consiguió ahorrar dinero.
Mientras seguía como empelado pudo comprar su primer camión, un modesto FORD con motor Caterpiller al que lo fue armando, pintando y dejando en condiciones para trabajar. Sin embargo, los números no cerraban para “jugarse” a dejar su trabajo, así fue que consiguió un camionero para que lo trabajara. De esta manera Cesar Álvarez era empleado y patrón a la vez; con su camión trabajaba con los granos y como empleado recorría las rutas del Mercosur.
Una vez consolidado con su propio camión y dispuesto a dedicarse a su empresa, el transportista salió en búsqueda de otro camión hasta que un colega le ofreció una sociedad con dos camiones.
El trabajo en los granos de Álvarez requirió más camiones, por lo que contrató ocho fleteros para cubrir la demanda que tenía en plena cosecha.
La idea inicial cuando se bajó del camión como empleado, era subirse a otro pero propio, sin embargo la demanda hizo que tuviera que estar en la oficina organizando los viajes, entre otras tareas.
Hace 10 años, sin cuenta bancaria y sin dinero, Cesar Álvarez armó un grupo logístico para los granos; para ello llevó su curriculum a la estación de servicio no para pedir trabajo sino para pedir crédito para cargar gas oíl.
Los ocho fleteros iniciales se habían convertido un mes más tarde en 40; la necesidad del combustible era vital para seguir con el proyecto y con la respuesta afirmativa de los dueños de la estación, pudo seguir adelante.
En 15 días de trabajo Álvarez tenía una cuenta de $ 1.500.000 en la estación de servicio; eran tiempos en que no había tantas plantas y los camiones recorrían más kilómetros; la bonanza de los granos impulsó el crecimiento del transportista.
Luego de esa exitosa primera cosecha, el transportista comenzó a comprar camiones. Hoy su flota está compuesta por 23 unidades; en zafra aumenta la disponibilidad de vehículos con 20 fleteros, conformando un importante parque de vehículos disponibles para los granos.
El transporte internacional fue otro de los rubros que con el tiempo fue incorporando a su empresa. Los viajes hacia Argentina son una constante y si bien realiza otro tipo de trabajos, el fuerte siguen siendo los granos.
Luego de esas primeras cosechas tocó también de las otras. Las de los últimos años han sido muy malas; a base de austeridad han ido bajando los costos a la mínima expresión, donde el propio Cesar Álvarez realiza tareas en los vehículos, si es necesario, lo que lo permite seguir vigente y sortear los malos momentos.
Hoy, con una muy buena cosecha, el transportista piensa quedar saldado de cuentas y generar ahorros. Y ante la incertidumbre, esperar qué sucede en un sector muy golpeado.
La empresa tiene sus talleres propios; la flota está compuesta por vehículos que ya estuvieron en otras empresas, lo que demanda mayor mantenimiento; cada vehículo sale a la ruta en óptimas condiciones.
Cesar Álvarez es hombre creyente y un agradecido de la vida; desde la enseñanza que recibió en su casa, pasando por quien le dio su primer trabajo o le “fió” combustible, hasta por quien le vendió con facilidades los camiones, quizás por eso no olvida sus orígenes y valora cada día la oportunidad de trabajar en lo que le gusta.