fbpx
Transporte de Pasajeros

Servicio Treinta y Tres - Batlle y Ordóñez: “Acá uno va a buscar a quien no quedó de venir”

Servicio Treinta y Tres - Batlle y Ordóñez / AÑO 2010

20.06.2016
Servicio Treinta y Tres - Batlle y Ordóñez: “Acá uno va a buscar a quien no quedó de venir”

El apellido Quinelli en la ciudad de Minas es muy conocido y está ligado al transporte, ya que durante décadas la empresa EMATUR prestó varios servicios departamentales e interdepartamentales. Incluso, en sus tiempos de esplendor, llegó a contar con 13 ómnibus y 20 funcionarios. Actualmente, no realiza servicios y uno de sus últimos recorridos fue el que realizamos 5 años atrás y sintetizamos de esta manera.

Servicio: Treinta y Tres - Batlle y Ordóñez. Empresa: Ematur. Ómnibus de Nuestro Viaje: Mercedes Benz 608 .

EL VIAJE

Desde la capital olimareña comenzó nuestro viaje, el que por esos años Diego Quinelli realizaba los días lunes y viernes, y unía con Batlle y Ordoñez. 

Así fue que en la ciudad de Treinta y Tres, con una temperatura arriba a los 30 grados, comenzamos nuestro recorrido a bordo de un micro Mercedes Benz 608 D con una rara carrocería de fabricación nacional, a la cual el tiempo y los caminos no habían tratado bien. 

Así fue que pudimos ver la pintura que hacía juego con el estado de la unidad, algún alambre atado al paragolpes que lo sostenía lo más derecho posible, faroles que no hacían juego con el ómnibus pero que al menos encendían, rajaduras en los parabrisas adaptados, los cuales poseían la parte superior pintada a pincel para estar del mismo color que la chapa superior, entre otros tantos detalles pintorescos.

El propietario de la empresa hace de chofer y guarda cobrando los boletos, escuchando los pedidos de quienes envían encomiendas e ingeniándose para acomodar los envíos.  

Con unos 9 pasajeros el ómnibus comienza circular por la ruta 8 rumbo a la ciudad de Varela donde subían otros pasajeros para ocupar la mitad de su capacidad total de 25 asientos. Luego de dejar atrás esa ciudad salimos de la ruta 8 y comenzamos a recorrer la ruta 14 que por esos años solo tenía abundante tierra, pozos y piedras, y que para colmo una  lluvia le había provocado daños extra a su ya deteriorado estado. 

El ruido se incrementa y el polvo comienza a filtrarse, en ocasiones conviviendo con una nube de tierra en el interior de la unidad. El lamentable estado del camino hacen sufrir a los pasajeros, pero parece no inmutarlos. Este detalle lo entendería más tarde.  

Cuando teníamos la ocasión le realizábamos consultas sobre el viaje a nuestro conductor, si por estos caminos perdidos surgía algún pasajero extra: “Acá uno va a buscar a quien no quedó de venir”, sentenció.

Rumbo a Retamosa proseguíamos en viaje y nuestra perspectiva del destartalado ómnibus iba cambiando, entendiendo porqué estaba cómo estaba. Llegamos a pensar si no era demasiado transitar por allí, por un camino que parecía tener como finalidad destruir los vehículos.              

Los más de treinta años de Quinelli haciendo el recorrido, desde la época que conducía los buses de media cabina y algún clásico GM de la ex Onda, que supo tener y pasar por esta misma ruta, hace que conozca cada curva que en la mayoría de los casos no tienen señalización y resultan muy peligrosas para el “forastero” descuidado.

Una señora en el medio de la nada hace señas hacia el ómnibus , pensamos que era una nueva pasajera pero venía a buscar uno de los tantos paquetes que traía el ómnibus; luego de cobrar los servicios de encomiendas, proseguimos la marcha. 

Al pasar por Retamosa, el conductor sonriente nos dice: “Este es el pueblo de Retamosa, tiene una capilla, una escuela, una estación de tren, una casa y un almacén”. Siguimos nuestro viaje y el paisaje comienza a cambiar, la forestación se hace cada vez más presente y al camino debemos sumarle las huellas que dejan los pesados vehículos destinados a tal fin. Los pozos se sienten más y más ya que llevamos casi una hora transitando la ruta 14 que es pura y exclusivamente de tierra hasta la llegada a Zapicán. Las constantes curvas y algún que otro repecho requieren varios rebajes que son delatados por la caja de cambios que, como no queriendo ser menos, se hace sentir. 

La parte interior con revestimiento se mueve, el portaequipaje que hasta la mitad del bus es de un modelo y la otra parece un remiendo, también sufren las consecuencias, al igual que los asientos vacíos que mantienen un constante movimiento.

Los detalles del tablero del bus, los boletos, el dinero, un paquete de galletas saladas, una vieja radio de auto que suponemos no funciona, un trapo de piso y en la parte derecha del tablero un bolso que sirve para apoyar el improvisado cartel que marca el destino parecen ser accesorios fijos de la unidad. El rosario colgado del espejo interior acompaña a quienes viajan.

A una hora y media de nuestro viaje, arribamos a Zapicán. Nos recibe la estación de servicio de ANCAP que ya no funciona y en vez de haber vehículos surtiendo combustible, los yuyos y pastos están junto a los surtidores, como si fueran testigos de que otros tiempos por aquí fueron mucho mejores. 

Seguimos hasta el club del pueblo, donde hacemos una espera de 10 minutos.Atendiendo la cantina nos encontramos con Julio “Pollo” Rodao, que además de vender las copas es transportista ya que cuenta con una línea desde esa zona a Batlle y Ordóñez dos veces al día. Intercambiamos unas palabras con el cantinero-transportista, quien nos explicaba lo tranquilo del pueblo y la baja rentabilidad de su línea.

Con tan solo 5 usuarios seguimos camino rumbo a Batlle y Ordóñez, ahora la ruta es de asfalto y es bienvenida por la unidad de transporte, aunque algún que otro pozo se cruza en nuestro recorrido de 50 minutos para llegar a destino.

Entendiendo más cosas que al principio, aprendimos y conocimos mucho sobre este tipo de servicios que lamentablemente van rumbo a desaparecer, con reglamentaciones realizada por personas que seguramente no viajaron con esta gente que se traslada en estas condiciones precarias por suma necesidad, mucho más que un citadino que protesta si un ómnibus demora 5 minutos más de lo habitual.

Mientras el sol nos va dejando, el conductor nos llama y nos cuenta de un perro que, como si fuera el más fiel de los pasajeros, espera a la entrada del pueblo, siguiendo a la unidad hasta la agencia y luego hasta la casa del transportista para recibir un poco de alimento como premio.

Allí estaba, lo vimos. Esperando ansioso el encuentro en medio de la calle un perro cruzado con labrador se roba nuestra atención, no para de ladrar y a medida que nos acercamos empieza a correr adelante y a un costado, escoltando el ómnius. Según nos cuentan, esta situación sucede cada vez que llega el ómnibus de Quinelli. Así lo comprobamos, nos siguió hasta arribar a la a la agencia de Batlle y Ordóñez. 

Ya cayendo la noche, luego de un viaje de casi tres horas, descubrios que se puede aprender mucho con la gente de campaña y la necesidad que tienen de no perder estos servicios esenciales, en este caso para un puñado de gente que es tan valiosa como cualquier otro oriental del país.

 

de_noche_te_llevo
Pasajeros
Primer_Tramo
Primer_Tramo_1
Primer_Tramo_2
Primer_Tramo_3
Primer_Tramo_4
Segundo_Tramo
Segundo_Tramo_1
Segundo_Tramo_2
Segundo_Tramo_3
Segundo_Tramo_4
SUMARIO_QUINELI
Tercer_Tramo
Tercer_Tramo_1
Tercer_Tramo_2