Mano a mano con José “El oveja” Rodríguez
Dentro del sector del ómnibus “El Oveja” es conocido en todo el país y pocos saben su nombre, José Rodríguez.
En el galpón donde guarda sus unidades siempre va algún colega a saludar o personas relacionadas al transporte. Ahí, donde constantemente surgen charlas y anécdotas sobre el rubro, fuimos a conversar para conocer más de un transportista con todas las letras.
¿De dónde sale tu apodo?
El apodo viene de gurí chico, soy de San Carlos y de niño nos juntábamos con la barra en la sede del Club Atlético Libertad de San Carlos. En esa época estaba jugando para San Lorenzo, Argentina, “El Oveja Telch”, y yo tenía los pelos igual. Uno de los cantineros del Club fue quien me puso “El Oveja” y desde ahí me quedó el apodo. El 99% de la gente no sabe cómo me llamo, soy “El Oveja” para todos.
¿En qué empresas hiciste tus primeras armas en el ómnibus?
Yo empecé laburando para Abatte; andaba en los vehículos fúnebres y en la ambulancia. Un día en el sanatorio me encuentro con “El Negro” Olivera (propietario de la empresa de ómnibus Olivera hnos.) y un poco en broma, un poco en serio, me preguntó cuándo me iría a trabajar con él. En esa época no me gustaba el transporte urbano así que le dije que no. La charla quedó por ahí.
Después, siempre que me encontraba con él me insistía y yo le repetía lo mismo. Tiempo después, dejé mi trabajo y le fui a pedir a él.
Empecé en la empresa Olivera de limpiador por las noches, ya que quien hacía ese trabajo estaba de licencia; luego cuando volvió el limpiador me ofrecieron de sereno y lo tomé. Mientras tanto de día practicaba manejar, ya que no tenía experiencia en coches grandes.
Después empecé a trabajar como chofer, algunos días en ómnibus urbano y otros días en los carreteros. Al tiempo compró un coche a otra empresa que era más nuevo, el 817, un Mercedes Benz con carrocería Nielson, y el encargado de tránsito me dijo que lo usaría yo, no me olvido más.
Hacíamos excursiones y andábamos contratados por ONDA; después tuvimos de forma provisoria la línea entre Montevideo y Punta del Este mientras se licitaba la línea que era de ONDA, ahí se trabajó mucho.
¿En qué otras empresas trabajaste?
Después trabajé en un ómnibus de turismo de “El Maragato”; si bien con Olivera ya salía afuera del país, acá eran todos viajes internacionales, manejaba el 325, un Scania que era un cuete como andaba.
Conocía de la época de la ONDA a Augusto Victorica, el dueño de Cauvi, y una vez estando en Bariloche lo llamé para pedirle trabajo. Me dijo que tenía para ofrecerme esa misma noche salir a Buenos Aires, pero le respondí que estaba en Bariloche. Ahí me preguntó cuándo llegaba y al otro día de llegar, arranqué en Cauvi.
Trabajé en la línea a Buenos Aires, primero manejé el 613 que era el único de los Mercedes Benz en la empresa que tenía cabina. De Cauvi me bajé en el año 2001, ahí ya andaba trabajando en los coches cama. En esa época me estaba empezando a embromar la cadera y “El Negro” Olivera, quien tenía la empresa EMTUR, me invitó nuevamente a trabajar con él pero en la parte administrativa; manejaba un poco pero no tanto como antes.
¿Cuándo empezaste tu propio camino?
En el año 2011. Compré una Citroen Berlingo a nafta y empecé haciendo todo el traslado del Hemocentro. Después compré un Mercedes Benz Vito, compré un Volare y en la pandemia quedé parado como todo el mundo. Actualmente tengo dos camionetas, un micro y un ómnibus, que trabajan para el Enjoy, y hago algo para COPSA porque hay que cubrir gastos.
Yo nunca pensé llegar a tener todo lo que tengo, a veces me da miedo, quiero vivir tranquilo. Mis hijos me acompañan en esto; mi hijo anda manejando y mi hija es administrativa.