José Angio Ferraz y Transportes El Progreso: Cuando la rentabilidad depende de “la siesta” de los camiones en los galpones
> José Angio y José Carlos Ferraz
Antiguamente ver un galpón lleno de camiones significaba que las cosas no iban tan bien para el propietario de los vehículos, pero hoy los tiempos han cambiado y poner los vehículos un poco más de la mitad del año en reposo puede resultar más rentable como sucede con la empresa El Progreso de Tacuarembó.
José Angio Ferraz se inició como tantas empresas, bien de abajo, con muchas ganas y un veterano OM Leoncino con el que realizaba fletes. Allá por el año 95 el transportista hacía de todo, desde llevar plantines y personal hacia las paperas -en los tiempos que se podía hacer- hasta prestar servicios para U.T.E.
Luego de la crisis, la llegada de los vecinos argentinos que comenzaron a arrendar nuestros campos, representó la oportunidad para Angio Ferraz.
En ese momento llegaron los camiones grandes, un Ford con volcadora y un Volkswagen 17220 fueron los primeros de varias unidades de mayor porte que adquirió para cumplir con la demanda del campo.
Ya con mayor actividad y cuatro camiones, su hijo José Carlos se sumó a la empresa en el 2008. Fue allí cuando decidieron seguir creciendo hasta llegar a los 11 camiones, que es la flota actual.
Con una moderna flota de Mercedes-Benz, Volkswagen y Scania, la empresa de transporte de Tacuarembó de corte netamente familiar está dedicada 100 % al grano, arroz, soja, trigo y cebada.
La estrategia de Angio Ferraz para mantener la rentabilidad tiene que ver con poner a trabajar el 100 % de la flota durante las cosechas y solo 3 o 4 unidades fijas todo el año para brindar servicio a sus clientes. Además de contar con choferes zafrales, contrata camiones durante la zafra, llegando a disponer de entre 10 y 15 camiones extras.
Como sucede en el sector, la continua búsqueda de rubros que den mayor rentabilidad a la empresa no escapa a El Progreso, por ello es que este año van a incursionar en la madera, además de que están viendo la posibilidad de probar suerte también en el transporte de hacienda.
Desde hace algunos años la poca rentabilidad de algunos trabajos ha convertido como norma el sistema de dejar parada la flota la mayor parte del año. Esto provoca -por ejemplo- que la unidad más vieja de la empresa solo tenga 300.000 kilómetros, por lo que el desgaste de los vehículos es muy reducido.