La inacción del Estado llevará a la ruina a los transportistas
Los camioneros estamos cansados de que nos sigan metiendo la mano en el bolsillo y que sigan con esta política que arruina a nuestras empresas. ¿Somos los únicos empresarios que preguntamos cuánto nos van a pagar por nuestros servicios? A nosotros el que nos paga nos pone las tarifas, y las mantiene pese a que nuestros costos suben. En cambio, cuando compramos, ya sea combustible o una cubierta, preguntamos cuánto vale.
¿Cómo se entiende? Cualquier vecino cuando va a comprar la ropa o los cuadernos para sus hijos, en la tienda o en la librería, pregunta cuánto es; en cambio nosotros tenemos que aceptar que otros nos pongan los precios.
Lo insólito es que nos ponen los precios los mismos productores que en época de crisis nos pedían que les hiciéramos el viaje a trueque, o sea a cambio de una media res de carne o grano, el que después teníamos que ir a cobrar en una barraca.
Esa misma barraca -que hoy también crucifica nuestro precio-, en aquel entonces nos pedía colaboración bajo el argumento de que las empresas eran instituciones del pueblo que reunían muchas familias, a las que había que salvar del fantasma de la desocupación.
Los mismos a los que ayudamos, son ahora los que al amparo de la ley de inversiones que los exonera de impuestos, compran diez o quince camiones con los que compiten con nosotros, haciéndose dueños de nuestras tarifas y de nuestro trabajo. Esto sin contar que también cuando les convenía nos daban vuelta la moneda de las tarifas, es decir que cuando el dólar valía nos pagaban en pesos, y cuando valían los pesos nos pagaban en dólares.
Aquellos que pedían auxilio son los que estaban entre los máximos deudores del Banco República y ahora figuran en la lista de los más ricos.
Somos el único grupo de empresarios del transporte a los que el Estado no les regula el precio, cosa que si sucede con los taxis y con los ómnibus. Somos además el único grupo al que el gobierno les da la espalda, cuando se pide regular la incorporación de nuevas empresas al registro, cosa que si sucede con el resto del transporte.
El creciente parque de camiones no da para más, y nos pone a los trabajadores de este sector uno contra otros, pues cuando alguno tiene un acarreo en vista, viene otro compañero y en su desesperación lo ofrece más barato.
¿Hasta cuándo el Estado permanecerá desconociendo que hay grupos que están manejando indebidamente los precios? Esto sin contar que también pocos se están haciendo dueños de cadenas productivas. Son sus camiones los que toman el grano y son los primeros que se ponen en la cola de acceso al puerto.
¿Cómo puede ser? No están llevando grano propio, sino que -sin la autorización correspondiente- desde las barracas están trasladando el grano propio y el ajeno.
Si tenés retro, la gran empresa tiene retro, si tenés camión la gran empresa tiene camión, solo le falta el barco, para completar la apropiación del proceso de generación de los productos primarios.
Nuestro gobierno, que se dice garante de la igualdad, y da oportunidades equitativas para todos, viene por su falta de presencia en el mercado, a favorecer hasta grupos de origen desconocido, que invierten en camiones porque le son más rentables que el interés bancario.
Ahora incluso se habla de responsabilizar al camión del mal estado de las rutas, como si fuese el único que las usara. Además de que se olvidan que algunas rutas, como la 21, fueron entregadas por la contratista que la construyó sin su respectiva banquina, y que duró dos años en vez de cinco.
En la época de la informática y la ciencia del espacio, donde todo se puede saber, en vez de buscar responsables, le tiran la culpa al ahora impopular camión. Tan impopulares que nos sacaron de los pueblos, bajo presión de muchos que ahora salen a andar en bicicleta o caminar a paso lento en los mismos lugares por donde tenemos que pasar nosotros, al punto que tenemos que hacer zigzag para evitar tener que atropellar a alguien.
Por si fuera poco, el Estado nos pide ahora que nos hagamos cargo de que seamos controladores de nosotros mismos, es decir que hagamos una Guía por carga, ya que sus inspectores son poco confiables y aparentemente fácilmente influenciables.
Además de poca regulación en el precio, incumpliendo con las leyes antimonopolio, el gobierno pretende que tengamos una persona en un escritorio para hacer una Guía que solo tiene una validez de 24 horas.
¿Cómo vamos a hacer eso?, a veces nuestros camiones tienen que estar trancados horas en un campo para salir, y a veces también en chacras que no tienen correcto enlace celular. Agregarnos esta responsabilidad es una carga inadmisible.
Es hora que el Estado cumpla con su obligación, llevamos tres aumentos de gasoil, y no hay incremento de nuestras tarifas. No le pedimos favores, solo le reclamamos que garantice para nosotros la igualdad de derechos a trabajar, evitando que unos pocos se queden con el mercado que hoy empieza afectando a los camioneros pero el día de mañana afectará inclusive al precio de la comida de los uruguayos.