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RAUSA, una historia con un dejo agridulce (1era. parte)

El pueblo canario de Montes estará asociado por siempre al nombre de RAUSA

27.10.2022
RAUSA, una historia con un dejo agridulce (1era. parte)

En el período colonial sus tierras pertenecieron a la familia Villanueva Pico establecida allí en 1752, que las legó a la parroquia San Adrián de Navarra. Fueron expropiadas y repartidas en 1816 durante la aplicación del reglamento de Tierras de José Artigas. Después de sucesivas compraventas se creó el pueblo San Luis, pero los lugareños lo llamaron Montes en honor a una de las familias propietarias de los predios.

Hoy, caminando por sus calles y por la casi inutilizada estación de tren, conversando con sus habitantes, viendo a lo lejos las derruidas paredes del Ingenio azucarero RAUSA (Remolacheras y Azucareras del Uruguay S.A.) con su imponente chimenea aún erguida, no podemos sino pensar cuán lejano es el tiempo en el cual este lugarcito del Uruguay era una de las zonas más prósperas del país, dónde el movimiento diario de personas, camiones y mercaderías era impresionante, a tal punto que al día de hoy son pocos los lugares o industrias que han podido acercarse en magnitud a aquel emprendimiento.

El ingenio azucarero Rausa operó allí entre 1944 y 1988, y muchos aún recuerdan las colas de camiones -que a veces se contaban por kilómetros- llegados de toda la región, que entraban y salían constantemente, trayendo y llevando remolacha, cal, “tallarín” (remolacha cortada en finas tiras), máquinas, insumos, etc.. Pero aquella realidad es solo un bonito recuerdo.

El noreste de Canelones ha cambiado mucho, a lo largo de los años se ha convertido en una zona donde las oportunidades no abundan, sobre todo porque desde la década del noventa hasta la fecha han abandonado las tierras una gran cantidad de productores y han cerrado la mayoría de las agroindustrias.

La región -donde está Montes- que abarca los alrededores de Migues, San Bautista, Tala, Arenales, San Jacinto y se mete en algunos parajes cercanos a Minas, aún en la actualidad está muy poblada por familias rurales, muchas de ellas productoras de remolacha en aquel tiempo, la que era su modo de vida, y el que cayó luego de cerrada Rausa. Y por qué dejó de existir esta enorme industria, hay varias opiniones al respecto, que van desde malas administraciones hasta estrategias estatales que orientaban la producción hacia otros sectores, en donde el principal argumento de los políticos era el reclamo de mayor eficiencia a los productores. Nadie sabe a ciencia cierta -o pocos- pero la verdad es que fue catastrófico para la región.

Aún hoy, más de dos décadas después del cierre del Ingenio RAUSA, el solo hecho de nombrarla hace que el porte de cualquier habitante de la región con más de 40 o 50 años cambie, porque la inmensa mayoría (sobre todo los habitantes de Montes y alrededores) la tienen como un antepasado común, en algún lugar, bajo alguna circunstancia o a través de algún personaje, RAUSA los tocó.

Si son veteranos entrecierran los ojos como haciendo el ejercicio de memoria, repasan mentalmente las historias, las anécdotas, siempre con un dejo de inmensa nostalgia, y empiezan la conversación, pero si son más jóvenes, casi no queda ese sentimiento melancólico, aunque seguramente por escuchar las historias de sus parientes o conocidos tengan la real certeza de lo que significó para el pueblo y de alguna manera entiendan lo que representa para muchas familias.

Hoy el pueblo no posee grandes empresas ni industrias, está inmerso en una profunda crisis de trabajo, y apenas Doña Coca tiene su fábrica de chacinados, siendo una de las que más empleos da en la zona. La gente debe trasladarse varios quilómetros para trabajar o estudiar, muchos de ellos inclusive 

En 1902, en el Ingenio Ingenio “Primera Cosecha” en Gregorio Aznárez se elabora el primer kilo de azúcar de industrialización nacional a ciudades tan distantes como Minas, Pando o Montevideo. Los pequeños emprendimientos (peluquerías, almacenes, panaderías, bares, pequeñas metalúrgicas, etc.) son los que dan de comer a muchas familias y realmente “paran la olla”.

Caminar por las calles de Montes confirma el imponente desarrollo que está teniendo el transporte de madera en nuestro país, en tan solo un rato contamos no menos de 10 o 12 camiones forestales estacionados en las puertas de las casas de los lugareños, es que el pueblo tiene unas raíces muy profundas unidas al transporte, desde el lejano tiempo del traslado de la remolacha y todos sus subproductos, donde los camiones se contaban por cientos y el trabajo abundaba, hasta el presente relacionado más que nada al transporte de hacienda y madera.

Por todo esto es que queremos repasar la historia de esta industria, porque en ella están muchos otras del interior profundo de nuestro país, y solo así podemos entender como el amor por el transporte y la tierra se traslada de generación en generación, y está tan relacionado a industrias y empresas que movieron a determinadas zonas del país. Y es como nos dijo más de uno en el pueblo “a veces, aunque hayan pasado tantos años, mirás la chimenea de la fábrica y parece que todavía sale humo”.

¿Por qué RAUSA en Montes?

La principal razón (aunque rápidamente fue olvidada) era que por entonces esa zona del país era de la menos afectada en todo el territorio nacional por los destructores ataques de la langosta que, en aquellos años, cumplían poco menos que regularmente con sus devastadoras invasiones. Y una segunda razón fue de orden climático. La proximidad del estuario del Plata aseguraba una presentación atemperada de algunos efectos climáticos como las heladas.

También se buscó construir la segunda fábrica cerca del primer Ingenio de La Sierra que estaba en el departamento de Maldonado, para entre otros puntos abaratar posibles costos en fletes cuando se trasladara materia prima de un Ingenio a otro, y para disponer rápidamente de implementos y productos para el contralor de enfermedades y plagas.

Otro punto importante era la necesidad de contar con una numerosa población agrícola, exigencia básica de un cultivo que requería el empleo de mucha mano de obra en la ejecución de trabajos de carpida con azada, aclareos, entresaque y otros.

Agradecemos el invalorable aporte de Torres García Producciones Foto-Videofilm, Tel.: 4317-5163 / 099-379-006, por el espectacular material gráfico que nos suministró, y a Hebert Borges por habernos recordado con lujo de detalles aquella época tan hermosa para Montes.

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Proceso de extracción del azúcar de la remolacha azucarera

El azúcar se extrae de la remolacha azucarera a través de un proceso totalmente natural, en el que intervienen conjuntamente la física, la química y hasta la biología. El azúcar es sacarosa.

Esta sustancia, además de en otros elementos de la naturaleza, se encuentra en la raíz de la remolacha. Se trata de un hidrato de carbono, formado por glucosa y fructosa.

La raíz de la remolacha recolectada llegaba a la fábrica, donde era analizada para conocer su riqueza en sacarosa (polarización). Una vez que ésta se encontraba en la industria, se sometía a un proceso dividido en varias etapas, al final del cual se obtenía el azúcar. Estas etapas eran, básicamente, la preparación o lavado de la remolacha, molienda, difusión, depuración, evaporación, cocción, cristalización, centrifugación, secado, almacenamiento y envasado del azúcar.

PREPARACIÓN Y MOLIENDA DE LA REMOLACHA: Las raíces que los agricultores entregaban al Ingenio se almacenaban en grandes silos a la intemperie denominados canales, desde los cuales iban siendo transportadas hacia la planta de procesamiento por medio de corrientes de agua. La raíz de la remolacha, ya en fábrica, era sometida a un proceso de lavado en varias fases en el que, con la utilización de agua, se eliminaban tierra, piedras, hojas y demás elementos extraños que la acompañan. Posteriormente la raíz caía en los dispositivos corta-raíces, donde era trozada en unas finas tiras denominadas “tallarín”. Las dimensiones de estas tiras eran importantes para obtener unos buenos resultados en la siguiente fase. 

DIFUSIÓN: En esta fase, el tallarín era sometido, durante un tiempo limitado, a una contra corriente de agua con una temperatura y PH determinados que extraía la sacarosa de estas raíces. El agua resultante que contiene la sacarosa recibe el nombre de “jugo de difusión”. Este “jugo de difusión” que, además de sacarosa, contiene otras sustancias, debía ser depurado para eliminar precisamente estos otros elementos no azúcares. Esta depuración se realizaba mediante un proceso calcocarbónico, en el que se utiliza cal y gas carbónico.

Estos dos productos asociados, poseen la propiedad de precipitar y, por lo tanto, eliminar parte de los no azúcares presentes en el “jugo de difusión”. Las separaciones de éstos se realizaban con las correspondientes filtraciones, después de las cuales se obtiene el llamado “jugo depurado”.

Este jugo es una solución azucarada con una gran cantidad de agua que es preciso evaporar. Así, durante la siguiente fase, era sometido a procesos de evaporación sucesivos hasta obtener un jugo concentrado, con un 30% de agua y un 70% de masa sólida diluida (dentro de la cual está la sacarosa), que recibe el nombre de “jarabe”.

COCCIÓN Y CRISTALIZACIÓN: Este jarabe era introducido en unos depósitos denominados “tachas”, que trabajando al vacío, lo concentran hasta un punto de sobresaturación. Mediante la siembra controlada de micro-cristales de azúcar, la sacarosa cristaliza con ellos y crecen hasta alcanzar un determinado tamaño comercial (entre las 450 y 550 micras).

El producto resultante de esta cocción, llamado “masa cocida”, está compuesto de sólidos llamados “azúcar” y de líquido denominado “miel madre”. Esta “masa cocida” era sometida a un proceso de centrifugaciones sucesivas, en el que se conseguía separar los cristales de azúcar de la miel madre. Este azúcar, aún húmedo, era secado y enfriado en los secaderos y, posteriormente almacenado a granel en grandes silos de azúcar con grados de temperatura y humedad controlados, para evitar su deterioro y aterronamiento. Desde allí pasaba a las instalaciones de envasado y carga adecuadas, donde generalmente la azúcar era colocada en bolsas de alpillera de 50 kg.

 

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