RAUSA, una historia con un dejo agridulce (2dra. parte)
Como todo tiene un inicio podemos recordar que el mojón fundamental en esta historia fue colocado el 12 de junio de 1950, cuando fue dictada por primera vez en el país una ley con el propósito de lograr el desarrollo de la producción e industria de las especies sacarígenas, que hasta ese momento se habían desenvuelto por ausencia de toda norma reguladora y propiciatoria en condiciones absolutamente precarias.
Esta ley que no fue de fácil aplicación y tuvo un comienzo duro, con el paso del tiempo logró su cometido, que era que el país se autoabasteciera en un gran porcentaje de azúcar y que se crearan cientos de fuentes de trabajo especializado.
Aún antes, en el año agrícola 1948-1949, ya se había comenzado a promover una sustancial y creciente intensificación de los ensayos con los productores, tanto parcelarios como en mayor escala, a efectos de acelerar la tecnificación del cultivo y favorecer sus posibilidades productivas e industriales. Podemos contar a los señores Gregorio Aznárez y José Díaz como los promotores y pioneros de esta gran industria.
Uno de los hechos más destacados de este comienzo de la industria remolachera fue que quedó plenamente demostrado que en la zona sur del territorio nacional, donde RAUSA tenía emplazado sus Ingenios “La Sierra” en Gregorio Aznárez, Maldonado, y el Ingenio Montes en Canelones, y por tanto donde tenía la mayor parte de sus cultivos, las fechas más convenientes para sembrar eran abril y mayo, y donde junio y julio (como se pensaba antes) era práctico solo en tierras fértiles.
Luego de esta constatación, se produjeron mayores rendimientos y mayor aceptación por parte del productor, lo que indujo a un rápido crecimiento de la industria. También y es de destacar que el éxito del cultivo de remolacha se debió en gran medida a la adopción de un buen sistema de rotaciones.
Una empresa vanguardista
El vasto y complejo engranaje productivo de la remolacha que existía por aquellos tiempos (hablamos de la década del 70), era sin dudas el más importante y de mayor significación económica y social de todo el país entre los renglones vegetales, vinculado a una sola empresa nacional, y que culminaba con la obtención a través de la cosecha de las raíces de la remolacha y su posterior procesamiento industrial, con el azúcar refinado.
Rausa siempre estuvo a la vanguardia en los procedimientos de la técnica azucarera, con empleo de un numeroso cuerpo técnico y personal altamente especializado en sus dos grandes Ingenios azucareros de La Sierra y Montes.
El Ingenio de La Sierra fue el establecimiento precursor de la producción azucarera nacional, siendo por espacio de 36 años el único testimonio de lo que más tarde sería una pujante actividad. Luego vendría Montes, habilitado en 1944. Ambos a lo largo del tiempo fueron modernizados y ampliados para sostener una producción que no paraba de crecer.
Para dar un ejemplo, en 1972 el Ingenio de Montes procesaba alrededor de 1500 toneladas por día de remolacha, consumiendo más de 600.000 litros de agua por hora. Para dar una idea se decía que el consumo de dicho Ingenio en 24 horas equivalía al de una ciudad de 50.000 habitantes en el mismo lapso.
RAUSA también fue una de las empresas pioneras en cuanto a complementariedad de su cadena productiva, ya que no solo se dedicó a cultivar y procesar remolacha sino que también incursionó en otras actividades.
Como ya mencionamos anteriormente el imperativo de encauzar la producción de remolacha mediante bien probados sistemas de rotación hizo que la empresa tuviera que extender y diversificar sus programas agrícolas, tratando de superar las obligadas limitaciones e inconveniencias del monocultivo, por ello introdujo otros renglones vegetales: cerealeros, industriales y forrajeros.
Criterios y razonamientos semejantes utilizó la empresa para desarrollar la producción ganadera, que luego lo harían explotar líneas de carne para abasto y exportación.
Relacionado con esto último, RAUSA también tuvo un moderno Matadero donde realizaba la faena de animales vacunos y porcinos de la producción de la empresa, y desde donde se abastecía con carne a la población, además de tener su propia marca de chacinados.
Dentro de la grandeza y diversidad de obra que hacía RAUSA, también podemos contar las realizaciones forestales y la explotación lechera. También implicó un gran plan social donde muchos de sus empleados pudieron acceder a viviendas, además de atención médica, etc.
Agradecemos el invalorable aporte de Torres García Producciones Foto-Videofilm, Tel.: 4317-5163 / 099-379-006, por el espectacular material gráfico que nos suministró, y a Hebert Borges por habernos recordado con lujo de detalles aquella época tan hermosa para Montes.