Transporte de Hacienda: así es este trabajo en Uruguay
> Dionisio Díaz.
Transporte Carretero ha estado presente de varias maneras con el transporte de hacienda, con sus novedades y preocupaciones, es así que choferes, transportistas y gremiales se han hecho escuchar desde estas páginas.
Si bien en muchas ocasiones vimos cómo era trabajar con carga viva, nunca habíamos realizado un viaje completo desde el punto de partida del acarreo hasta que la última pata del último animal saliese del camión.
Varias veces escuchamos que transportar ovejas en un doble piso es de las tareas más complicadas, fue por ello que elegimos ese tipo de transporte para conocer en profundidad al sector.
Fue así que la oportunidad fue el marco ideal para conocer la realidad de los transportistas de hacienda, en este caso de los del sur del país, ya que dialogamos en plena actividad con varios de ellos en los departamentos de Canelones, Florida, Durazno y Lavalleja.
Dionisio Díaz vive en la ciudad de Casupá, y fue con su camión con el que fuimos a buscar 231 ovejas que fueron trasladadas desde un establecimiento de la ruta 6 en Durazno hasta otro en la ruta 56, tras un viaje de poco menos de 150 kilómetros.
Previo al viaje, el punto de partida fue la mismísima Casupá, donde vive Dionisio y tiene su otra actividad.
Sus inicios
De muy gurí, Dionisio empezó a trabajar en el campo y fue en ese ámbito en donde comenzó a pilotear un tractor, para luego manejar un camión Ford de ganado, andando entre las ferias y los traslados a frigoríficos. La juventud y las ganas por manejar hicieron que trabajara en el camión por un tiempo.
Más adelante dejaría el campo por la ciudad, para comenzar a trabajar como agente de policía, tarea que aún hoy desarrolla. En conjunto con esa tarea se desempeñaría por un período como taxista en Casupá, aunque más adelante volvería a conducir un camión, un Ford 1414 que le ofrecerían y del que se hizo con mucho esfuerzo.
Manejar los tiempos desde siempre ha sido algo a tener en cuenta por parte de Dionisio, puesto que coordinar su trabajo nocturno de policía con el diurno del camión no es nada fácil, las horas de descanso son acotadas y siempre hay que estar al firme en ambas tareas.
Su comienzo por la cuenta fue muy difícil ya que la crisis y la aftosa lo golpearon en el momento en el que comenzaba a trabajar como transportista independiente.
Las constantes roturas de su antiguo camión lo impulsaron a cambiarlo por uno nuevo, no sin antes trillar bastante ya que varias puertas para conseguir préstamos le fueron cerradas, aunque finalmente llegaría a tener la oportunidad en una entidad bancaria, para así adquirir su primer cero kilómetro con el cual trabaja actualmente.
El viaje
A media mañana partimos desde Casupá por la ruta 7, luego la 41, para finalmente tomar la 6, pasando por la ciudad de Sarandí del Yí hasta que la ruta pierde el asfalto y se convierte en un camino de tierra. Los desplazamientos deben ser lentos y cautelosos.
Una lluvia leve moja las maderas que separan el piso superior del inferior y eso va a complicar las cosas. Con un embarcadero en buenas condiciones el camión es atracado y el personal de campo llega con las 231 ovejas.
Inmediatamente, transportista y empleados del establecimiento, comienzan a trabajar en conjunto, separando los animales para ir contándolos. De a poco las ovejas van subiendo por la rampa colocada para que se introduzcan al camión, aunque la tarea se dificulta porque la lluvia se intensifica y los animales se resbalan. Varios son prácticamente alzados en las manos para que suban. Una vez se va llenando el piso superior, se lo termina de armar para colocar los demás animales en el de abajo.
Ni bien culminada la tarea de carga ya hay animales que se caen, el movimiento y el poco espacio que existe entre ellos hace que en caso de quedar alguno con la cabeza para abajo corran riesgo de vida, por lo que hay que trepar a la jaula y levantarlas.
La lluvia y el estado de la ruta no ayudan, por lo que hay que realizar constantes paradas para ver cuántas ovejas caídas hay que levantar. Seguimos lentamente por la ruta 6, y dejamos Sarandí del Yi. Las paradas se siguen repitiendo, en el piso de arriba las ovejas se levantan a mano y abajo con un gancho, siempre cuidando al animal.
El cansancio se hace sentir mientras el día va quedando atrás. Por la ruta 56 vamos hacia el establecimiento del productor que compró las ovejas, tras recorrer casi 150 kilómetros. Con el sonar de la bocina Dionisio anuncia su llegada y arrima el camión al embarcadero para bajar los animales, previa revisión de que estén todos bien.
La tarea de descarga no es nada nada sencilla, la noche y el frío pegan bastante. El productor colabora para hacer la tarea más fácil pero el cansancio se nota en la expresión del transportista. La última oveja bajó, todas llegaron en perfectas condiciones, la satisfacción de haber realizado su tarea es la recompensa de Dionisio.
Su visión del trabajo
El transporte de ganado no es sencillo y no es fácil conseguir personal para desarrollarla, aunque Dionisio ve la parte positiva: “Trabajo se pasa en todas partes. Está claro que uno se puede cansar con las horas de trabajo, pero cuando uno hace algo con gusto se nota y no cuesta, lo ingrato es la caminería que no te permite rendir”.
Además de trabajar por la cuenta, el chofer es quien hace o negocia con los clientes, por lo general se trata de personas que están en la compra y venta de ganado, en ferias y viajes a frigoríficos. Después está el trato con el consignatario, donde ahí no se conoce ni al comprador ni al vendedor.
“Uno ya tiene clientes desde hace años y a veces por recomendación te llegan nuevos, en general la gente pregunta precios”, dijo Dionisio.
Sobre la relación con los colegas, nos contó: “Hay buena relación, incluso cuando no puedo cumplir por el otro trabajo (policía) o tengo más de un viaje, se lo paso a un colega, y lo mismo sucede al revés, todos en la zona estamos de acuerdo en cobrar los mismos precios y estamos siempre en contacto”.