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Transporte de Pasajeros

Jorge Del Río: “Creo que en esta vida hay que saber parar a tiempo”


09.03.2017
Jorge Del Río: “Creo que en esta vida hay que saber parar a tiempo”

Con 49 años de edad el reconocido empresario ha tomado la decisión más difícil de su trayectoria, dejar una relación comercial exitosa y dar un paso al costado. Hoy, al cumplir 10 años como representante de las carrocerías Marcopolo en Uruguay, ha tomado una determinación que sorprende a muchos en el medio: dejar la representación.

“Hicimos el trabajo de dar vuelta la tierra, no llegamos cuando solo había que recoger la fruta”

Hijo de un conductor de CUTCSA y siendo menor de edad, Jorge Del Río ya trabajaba en los talleres de esa empresa con el oficio de bombista, donde fue haciendo sus primeras armas en el sector. Luego llegaría a ser conductor, tarea que desempeñaría hasta dejar la empresa.

El empresario logró ante una megaempresa como Marcopolo ser ejemplo a nivel mundial como distribuidor ya que las instalaciones de la firma en Uruguay están por encima de las exigencias requeridas por la multinacional y siempre son tomadas como referencia. 

Para llegar a este nivel de excelencia existió mucho trabajo por parte de Jorge del Río, ya que por ejemplo de las 52 semanas que tiene el año llegó a pasar 32 en la fábrica de Marcopolo en Brasil, viajando en auto, regresando los viernes y volviendo al país norteño los domingos. 

Hoy resulta difícil encontrar una transportista de nuestro país que no tenga alguna unidad vendida por su empresa, y tal vez esa marca conquistada tanto a nivel nacional como internacional haya sido la causa que determinara su alejamiento.                  

En esta nueva etapa, el empresario enfocará sus energías en el taller, una infraestructura de 24.000m2 con un sector principal de 2.000m2 y un depósito secundario -que se va a ampliar- que hoy tiene 1.000m2.

Antes de que comience una nueva etapa en la empresa vendedora de carrocerías Marcopolo en Uruguay entrevistamos a Jorge del Río, quien aprovechó la conversación para agradecer a clientes, funcionarios y a Marcopolo.

¿Cuándo comenzó su actividad vinculada a Marcopolo?

Tomamos contacto con Marcopolo en 1998 con la venta de piezas, ahí Ebasul comenzó su actividad. Allí viajamos a fábrica y vimos que aquí había una falencia importante de repuestos, entonces nos decidimos a investigar ese mercado con el apoyo de Marcopolo. 

Comenzamos en la calle Luis Alberto de Herrera y Boulevard Artigas, ahí teníamos una automotora y nos sobraba un espacio. Ahí con Fernando Alfaro comenzamos de a poco a ofrecer piezas Marcopolo, y ya en el 2000 se incorpora a la empresa Eduardo Da Costa.

¿Cuándo es que el emprendimiento comienza a crecer?

En el 2002, en plena crisis, explotamos en el negocio. Marcopolo está en el mercado desde 1961 de forma ininterrumpida, no como el caso de algunas empresas que solo están cuando hay ventas y luego desaparecen; estuvimos muy presentes en esos momentos y esa situación los clientes lo tienen muy claro y lo valoran. Justamente en la crisis, cuando todos salían del mercado, nosotros nos afianzamos y crecimos en el 2002 y 2003 en un 30.000%. 

Este crecimiento no hubiera sido posible sin el apoyo de Marcopolo, eran tiempos complicados, había poco circulante y había que apoyar a las empresas de ómnibus. Así como nuestros clientes creyeron en nosotros, nosotros confiamos en el cliente y en esos tiempos difíciles estuvimos junto a ellos, de quien aprendimos muchísimo, esa va a ser una deuda impagable el resto de nuestra vida: lo que sabemos, se lo debemos a ellos.

¿Cómo llegan a tomar la representación para vender las carrocerías?

Había un representante que pidió salir en el 2005, y nosotros que ya estábamos desde el 98 con la venta de piezas y habíamos sumado parte de la asistencia técnica, fuimos invitados por Marcopolo a hacernos cargo de la venta de carrocerías. Ahí formamos otra empresa con un equipo especializado en la venta de carrocerías que contó con gente de mucha experiencia como Carlos Ponzio, quien se desempeñó como gerente de la empresa. 

¿Cómo fue el proceso para concretar las actuales instalaciones de la empresa?

Está claro que no comenzamos donde estamos hoy, arrancamos en el barrio de Manga a los fondos de lo de mi suegro, para luego y con mucho esfuerzo, ya a finales del 2004, irnos a la calle Escuchas, en donde estuvimos hasta el 2011. Aquello fue todo un logro ya que teníamos 600 m2 para dar asistencia a los buses Marcopolo. Como nuestros clientes cada vez fueron confiando más en nosotros y necesitábamos dar más servicios, todo nos quedaba chico. 

En el 2008 comenzamos a proyectar estas instalaciones. Luego de la compra del terreno nos dimos cuenta de la magnitud de la obra en la que nos metíamos, necesitábamos 150 metros de cable para dar corriente para comenzar a poner las rejas, pero los locos no se asustan así nomás. Fuimos para adelante.

Fue un logro importante poder concretar la obra, esto fue gracias al equipo que tenemos, todos pusieron su granito de arena para poder concretar estas instalaciones. Los clientes nos respaldaron de forma importante. 

Esto es algo que desde chico tuve ganas de hacer y lo concretamos con dinero de la empresa, nunca sacamos una financiación de un banco, fuimos a la modalidad antigua, a medida que teníamos el dinero íbamos comprando.

¿Qué cambios ha notado en el transportista desde que está vinculado al sector?

Desde que comenzamos a la actualidad notamos un cambio importante, el cliente quiere cada vez más poner en manos del representante el servicio de la unidad. 

En nuestro caso el cliente nos da más confianza de la que nos merecemos, y todos los días tenemos que innovar para corresponder a esa confianza que nos dan.     

Nuestros clientes valoran la marca y su trayectoria, nosotros hicimos un buen trabajo y todo eso hizo que afianzáramos la relación con el cliente.

Los transportistas uruguayos son muy profesionales, saben que una unidad con muchos años genera muchos gastos, lo que pasaba era que no había herramientas para comprar nuevas, pero luego de que esas herramientas se pusieron a funcionar el transportista renovó su flota. Ese fue otro cambio importante, hoy hay transportistas que a los 5 años cambian sus unidades y antes tenían que esperar 18 o 20 años porque no lo podían hacer.

¿Cómo ha sido la relación con Marcopolo Brasil durante estos años? 

Realmente hemos tenido una relación muy importante con todos los que estuvimos vinculados, los fundadores, toda la dirección, la gerencia. 

Hicimos una gestión que en Marcopolo no se había dado, estuvimos antes del crecimiento del mercado, hicimos el trabajo de dar vuelta la tierra, no llegamos cuando solo había que recoger la fruta. Luego aprovechamos el crecimiento del mercado. 

¿Por qué salir de una empresa exitosa que atraviesa un excelente momento?  

Personalmente creo que en esta vida hay que saber parar a tiempo, retirarse a tiempo, aprender a vivir a ser feliz y no vivir todo el día a 1000 por hora porque esta vida nos lleva a eso, esta es una reflexión que la vengo asumiendo hace dos años. Ni siquiera estoy convencido de la decisión pero la tomé, esto lo hable con Marcopolo para salir de la representación de ventas de carrocerías.              

En este tiempo creo que hicimos un trabajo importante con un equipo de trabajo muy bueno que me sostuvo. Los clientes respaldaron al 1000% nuestra gestión por más que hayamos cometido errores, y creo que es momento de darle participación a una nueva generación, la savia nueva es buena.

Eduardo Da Costa es un trabajador mucho más profesional que yo y es quien está asumiendo con un equipo nuevo de trabajo la nueva representación de venta de carrocerías con su empresa. Esto no tiene continuidad, termina una firma y comienza otra que tiene como gerente comercial a Felipe Mocelin.