VOLPE: Un apellido ligado a la historia del transporte en Paysandú
El inmigrante italiano Federico Volpe llegó a Porvenir en Paysandú durante el siglo XIX, donde encontró tierra fértil para trabajar, pero la falta de comunicación con la capital departamental era todo un problema.
Por el año 2003, en un recorrido por la capital sanducera, pude tomar contacto con un peculiar ómnibus; su chasis de origen inglés y su carrocería nacional con un diseño único, siempre llamaron mi atención. Por esa época el Bedford, Independencia modelo Cristóbal Colón, ya tenía más de 30 años en servicio en la empresa Volpe.
El pasado mes, en la flamante terminal de Paysandú, nos encontramos con una unidad de la misma empresa y muy amablemente su propietario nos invitó a conocer la historia de la empresa familiar.
A finales del 1800 se lanza a la aventura del transporte; con una dirigencia tirada por bueyes, la travesía entre Porvenir y la capital sanducera era de unos 15 kilómetros pero podía demorar todo el día, dependiendo de varios factores principalmente del clima que podía complicar el viaje abnegando los caminos.
En sus inicios, los insumos, el correo y algunos pasajeros viajaban en la diligencia de Federico Volpe, convirtiéndose con el paso del tiempo en un servicio esencial para los pobladores de Porvenir.
En el año 1903 nace su hijo, Isidro, quien desde niño estuvo vinculado al transporte, primero por la actividad de su padre y años más tarde, en 1939, por formar su propia empresa “La sanducera”, junto al socio Juan José Culela. Esta empresa cumplía, entre otros servicios, el transporte urbano de pasajeros en Paysandú.
Al tiempo que comenzaba la Segunda Guerra Mundial, Isidro Volpe y Juan José Culela comenzaban el emprendimiento de recorrer las calles sanduceras con buena respuesta del público; sin embargo, esa Guerra tendría repercusiones directas en la empresa que llegaría a su cierre.
La falta de insumos para el mantenimiento afectó incluso al transporte en Montevideo que tenía buena parte de su flota paralizada; esto afectaba aún más en el interior, había dinero pero no se podían adquirir neumáticos, repuestos, combustibles y piezas vitales para el funcionamiento de los precarios vehículos de la época.
El ingenio ante la carencia sustituía muchos faltantes, por ejemplo cuando se rompía una cubierta se “abulonaba”; un pedazo de tela atornillada en la rueda era la única solución.
En ocasiones cuando lograba llegar un barco con insumos al puerto de Montevideo, algo se podía conseguir, pero la escasez dominaba; esas precarias condiciones entre otras razones terminaron con el emprendimiento en el año 1945.
Pero el interés por el transporte y la vinculación de ambos transportistas continuó, así que cuando se normalizó el suministro de insumos rápidamente comenzaron con un nuevo servicio, en este caso el que había iniciado el padre de Isidro, Don Federico Volpe, uniendo Porvenir con Paysandú.
En el año 1948 se restablece ese servicio y se instaura un precedente en el transporte que a más de 70 años siguen trabajando de la misma manera, cada uno con su empresa rotando los servicios: mientras Culela con su ómnibus realiza el servicio a Porvenir por la ruta 3, Volpe efectúa la línea a Esperanza y estación Porvenir por la ruta 90; al mes siguiente intercambian el servicio.
El desarrollo de Paysandú fue haciendo crecer a los transportistas, hasta dos ómnibus por servicio, repletos de cargas y pasajeros, y debido a esa demanda se suma los fines de semana el nieto del fundador que era camionero. Rubén Volpe tenía un camión cisterna que trabajaba de lunes a viernes para Texaco y los fines de semana lo hacía junto a su padre en la línea de ómnibus.
El auge de Paysandú con grandes industrias como Norteña, Azucarlito, Paycueros, Paylana generaban mucho movimiento que llevó a Rubén Volpe a dedicarse de lleno al transporte de pasajeros.
A la compra de ómnibus más grandes para cumplir con la demanda en la línea, se le sumó la compra de unidades cero kilómetro para excursiones y hasta para trabajar de contratado por la O.N.D.A.
La cuarta generación de transportistas
Álvaro López es quien lleva hoy la empresa adelante; la cuarta generación en la familia que sigue en el transporte; a los 5 años andaba acompañando a su padre en el camión, a los 8 en el ómnibus y a comienzos de los 80’, con 17 años, aprendió a manejar el ómnibus, uno de origen europeo de 8 cilindros.
El movimiento era intenso, el camino era de tierra y tosca y cuando llovía el ómnibus se enterraba y el viaje para unir los 15 kilómetros podía llegar a durar hasta una hora.
Hoy la empresa cuenta con dos ómnibus de la década del 90´que sirvieron en el transporte capitalino; actualmente ir a Porvenir es más rápido, el camino está asfaltado y solo dura 20 minutos, pero ya casi no se transportan mercaderías y cada vez viajan menos pasajeros.
El servicio del mediodía antiguamente transportaba 80 y hasta 90 pasajeros en dos ómnibus, hoy la línea más rentable transporta poco más de 30 y la menos rentable unos 15 a 20 pasajeros.
Los estudiantes son los pasajeros diarios, el fidecomiso de éstos es lo que actualmente hace rentable el servicio aunque el Estado solo les paga el 50% del pasaje.
El beneficio lo mantienen desde el año 1948 cuando Volpe y Culela iniciaron la línea, antes subsidiado por la alta demanda de pasajeros, hoy subsidiado por el Estado.
El descuento para los trabajadores del 30% del precio del boleto aún sigue vigente, pero como tantas empresas de menor porte, la actividad no está fácil.
En su máximo esplendor la empresa Volpe llegó a contar con seis ómnibus, tres para excursiones y otros tres para la línea; hoy sigue brindando el servicio con un solo ómnibus ya que el otro que tiene Álvaro Volpe está como suplente en caso de alguna rotura.
Orgulloso de la historia familiar en el transporte, el actual propietario de la empresa tiene 54 años; desconoce el futuro de la empresa cuando decida dejar el servicio, pero mientras pueda seguir trabajando y mejorar la flota, lo hará. La empresa Volpe fue y seguirá siendo parte de la historia del transporte en Paysandú.