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Nacionales

Eduardo Talmon: “Uno se ha fundido dos o tres veces, y aprendés”


11.07.2016
Eduardo Talmon: “Uno se ha fundido dos  o tres veces, y aprendés”

En buena parte del departamento de Colonia conocen a Talmon ya que toda su vida estuvo vinculada al transporte. Comenzó en los tiempos en que unir a Colonia con Montevideo un día de lluvia era una aventura, había que “peludear” en la ruta 1. Supo consolidarse en el transporte cuando lo más común era que si un camión estaba tirado en la ruta por algún percance no había quien siguiera, y vivió la época en que todos ayudaban, en donde hasta los ómnibus paraban para ver si se necesitaba algo; hoy eso pasó a ser una actitud en extinción.

Actualmente sigue en el transporte, y entre el trabajo de encomiendas y los granos ha transitado por varias etapas, las de crecimiento y las otras, de las cuales ha sabido aprender. En Colonia Valdense, dialogamos con él para conocer su historia.   

¿Cuándo comenzó a vincularse al transporte?

Creo que desde que empecé a caminar ya que desde muy chico andaba arriba del camión con mi tío, Victor Talmon, quien fue uno de los pioneros en hacer encomiendas entre Colonia y Montevideo. Me acuerdo que tenía una Peugeot 203 que era nueva, después la cambió por un Borgward, luego pasó a un Bedford chico y le siguió otro más grande de la misma marca que fue uno de los primeros al que le colocaron un furgón de aluminio y madera. Recuerdo que fue hecho acá por una carpintería muy importante que se llamaba Romano. 

De muy chico empecé con mi tío, se trabajaba muy bien por esos años, viajábamos lunes, miércoles y viernes, salíamos a las 4 de la mañana y volvíamos a las 9 o 10 de la noche. Por como estaban las rutas -en promedio- ponías tres horas, pero el día que llovía de Ecilda Paullier para adelante era difícil andar, pasabas por las cunetas para poder seguir, ahí demorábamos hasta 5 horas. 

¿Cuándo empezó a trabajar por su cuenta?

En el 72 empecé en las encomiendas, iba en la caja del camión de mi tío y recorría a pie Montevideo, luego me compré un ciclomotor para hacer ese trabajo. En el 78 andaba en un Bedford, traía madera de Pan de Azúcar a Juan Lacaze para Fanapel. 

A los dos años un representante de Fiat en la zona me ofreció comprar un Fiat 140 pero no tenía dinero, entonces me lo financió y allí fue que compré mi primer cero kilómetro. En aquellos tiempos el trabajo era rentable, pagué el camión sin problemas ya que las cuotas eran en pesos, incluso cuando surgió el problema de la tablita yo trabajaba bien.

¿Qué otros trabajos realizó en sus inicios?

Después pude crecer, adquirí un Fiat 150, y al tiempo compré otro Fiat desarmado con motor Mercedes-Benz. Se unió mi hijo a trabajar conmigo. Por esos años había comenzado a trabajar en los granos también, tenía un productor muy grande de la zona que me permitió crecer y aumentar la flota ya que se hacían muchos viajes. 

Más adelante incorporé un Volkswagen 220. 

Hace unos años las tierras de San José se habían agarrado una peste y había que sacar la producción de papas sembrada en la zona de Agraciada, allí hice muchos viajes. 

Después adquirí un Ford con motor Caterpillar de un amigo que se estaba fundiendo y se vino a trabajar conmigo. Al tiempo le empezó a ir bien y me pidió para comprarlo de nuevo y se lo vendí. La zafra del girasol era otro trabajo que andaba muy bien años atrás.

¿Cómo le ha ido en las diferentes crisis del país?

Es como todo, uno se ha fundido dos o tres veces y aprendés, en este trabajo hay que cuidar lo que uno tiene pensando en el futuro.

Una de las veces que me fundí fue brava la cosa, si no fuera por mi señora creo que estaría de empleado hasta ahora. También en esa época difícil la gente de la estación de servicio me ayudó, me decían que siguiera cargando que cuando yo pudiera les iba a pagar y así fue. En esa época había llovido mucho y en la cosecha del arroz estuve dos meses y medio. Fue complicado.

¿Cómo surge nuevamente su empresa en el transporte de encomiendas?

Hace 6 años se había parado el tema del grano y necesitaba hacer otra cosa. Buscando qué otra cosa hacer salió un negocio de comprar una empresa de encomiendas que era de un señor de Nueva Helvecia que tenía un camión Rocar. Un muchacho que trabajaba en una estación de servicio se vino a trabajar para hacer ese servicio de encomiendas, y al tiempo fue rindiendo el trabajo. Aumentamos la cartera de clientes que tenía el hombre y fuimos incorporando más gente.                        

Trabajamos con agencia Batoví y después con Expreso Uruguayo, y en los momentos de crecimiento nos consolidamos. Hace unos años una fábrica de dulces me daba mucho trabajo para llevar la mercadería a sus distribuidores, fue uno de los trabajos importantes para crecer. 

¿Cómo está actualmente el negocio de las encomiendas y del grano?

En las encomiendas ahora hay mucha competencia, aunque no puedo quejarme porque he ido creciendo. El tiempo también es importante, antes se llevaba 8 o 9 kilos de dulces y te daba para repartir todo, ahora no te da con el tránsito y las esperas, eso encarece los costos.

Hay semanas que se sigue trabajando muy bien y algunas semanas son bajas como en todo trabajo. Lo que más se llevan son quesos y dulces y lo que más se trae es ropa para el shopping de Colonia, alimentos y materiales para ferreterías. Viajamos cuatro veces por semana a Montevideo.

La baja se siente en general, como le pasa a todo el país, no se ve ese consumismo que había que era impresionante. En el trabajo del grano es impresionante la cantidad de camiones, hasta el año pasado estuvo bueno, lo único malo es que al productor la ganancia se le vino para atrás y si bien no tengo problemas con mis clientes se ve que se va complicando.