CARLOS CARABALLO: “Cuando empecé en la empresa todavía quedaban algunos ómnibus a nafta”
Carlos Caraballo comenzó a dedicarse por completo al transporte en la década del 60’; siendo nieto de uno de los fundadores de COOPERATIVA DE ÓMNIBUS DEL ESTE que comenzó su actividad en el año 1927. Carlos hizo de guarda y manejó viejos ómnibus, pero sus estudios terciarios le permitieron comenzar con una mejora continua, primero asesorando a su padre y luego por los años 70’ con la empresa a su mando.
Actualmente, La Compañía de Ómnibus del Este está dirigida por la cuarta generación de la familia Caraballo, que cuenta con una moderna flota de ómnibus para sus servicios de turismo y líneas regulares, uniendo Las Piedras con Sauce, Santa Rosa, Los Cerrillos, Juanico, Paso del Medio, La Paz, Villa Foresti y Vista Linda, con una historia de 80 años de servicio ininterrumpido, siendo de las más antiguas del país.
Carlos Caraballo a sus 83 años está retirado pero la vueltita diaria por la empresa no le falta, así como el recorrido por los talleres para ver los ómnibus. Sin embargo, ha sabido delegar a sus hijos y ya no tiene preocupaciones.
Al fondo de la empresa tiene su quinta y sus gallinas; el gusto por la tierra lo mantiene ocupado y cerca de los ómnibus. Para conocer su historia, conversamos con él a continuación.
¿Qué recuerda de sus inicios en la empresa?
Cuando empecé en la empresa todavía quedaban algunos ómnibus a nafta, había coches Chevrolet y Ford. Después compramos los coches de plataforma a las empresas de Montevideo y eran muy costosos de mantener. Hacía una recaudación brutal de tres pesos y cuando iba a comprar repuestos me quedaba muy poco.
Los caminos eran complicados, las cubiertas se gastaban mucho y dos por tres se rompían las puntas de eje. Me acuerdo que un día estaba haciendo una suplencia y venía manejando un Chevrolet, me sentía contento porque andaba en hora y me daba el tiempo para almorzar antes de la próxima salida. Cuando quise acordar adelante mío vi una rueda saliendo como disparada; era de mi ómnibus.
¿En qué zonas tenías buena demanda en aquellos tiempos?
Canelón chico era una zona que estaba muy bien económicamente y desde Las Piedras iba mucha gente a trabajar a las quintas, a las casas o las bodegas. En aquellos tiempos, por la mañana, en la esquina de Av. General Artigas y la que ahora se llama Leandro Gómez, había un boliche y aquello se llenaba de gente que esperaba para viajar.
Íbamos a Santa Rosa, Paso del Medio, hacíamos las rutas 67 y 69, además de llevar pasajeros había muchos encargues. La gente te esperaba al costado de la ruta para hacerte un encargue, muchos pedían la barra de hielo que la teníamos que comprar en el Corfrisa. Llevábamos y traíamos los tarros de leche vacíos, remedios, entre otras tantas cosas. Me acuerdo tiempos después cuando teníamos los coches con plataforma, poníamos los diarios con los nombres entre el vidrio y la reja, y los íbamos tirando desde la plataforma con el coche en marcha.
Hubo épocas que se trabajaba mucho con los frigoríficos, estaba Comargen, Ipogran, Cruz del Sur, mucha gente trabajaba en esa industria y nosotros llevábamos el personal a trabajar. En el frigorífico Cruz del Sur de Canelón chico, empezamos llevando el personal de trabajo a la construcción del mismo. En la zona de El Colorado había una curtiembre también, hoy ya no queda nada.
¿Qué fue lo primero que quería cambiar cuando empezó a pleno en la empresa?
La empresa tenía muchas cosas para mejorar. En esos tiempos la empresa necesitaba cambios urgentes, no teníamos taller y se pagaba mucho por las reparaciones de los ómnibus.
Llevábamos los coches a los servicios oficiales, entre las reparaciones y los repuestos legítimos se nos iba la recaudación. Ahí fue que hablé con mi padre, no podíamos seguir así; empezamos la parte de mantenimiento con una persona que trabajaba en la agencia Chevrolet de Las Piedras, cuando él terminaba su trabajo venía a nuestra empresa. Venía después de las 18 horas para dejar prontos los cinco coches para el otro día, ahí empezó a funcionar la parte mecánica de los coches, vivíamos rompiendo embragues y al tener mantenimiento lo fuimos solucionando. Luego pasamos a hacer el mantenimiento de los ómnibus de otras empresas que andaban en la zona.
¿Qué nos puede contar sobre la incursión en el turismo?
En el año 1980 compramos un Mercedes Benz con carrocería Independencia y preparamos un coche nuevo para turismo. Con ese coche íbamos hasta Buenos Aires y hacíamos viajes al Chuy. En el año 1986 compré un Scania con carrocería Nielson pero nadie me conocía y se me presentó la oportunidad de comprar la agencia de viajes VIASUR, ahí me empecé a vincular e incursionar en el turismo internacional. En el año 89’ compramos otro Scania; se trabajaba muy bien en ese rubro. Así seguimos agrandando la flota para el turismo.